Tras las turbulencias generadas durante el ejercicio 2020 por el COVID-19, entraremos en el nuevo año con las empresas más endeudas y con las Cuentas de Resultados bastante afectadas.
Habrá sectores en que los daños hayan sido mayores que en otros. Los que tengan que ver con el ocio, se habrán visto más perjudicados que los negocios de alimentación, por ejemplo.
En el caso de que durante 2021 necesitamos acceder a financiación, o renovar alguna línea ya concedida, nos pedirán los estados financieros al cierre de 2020. Para la mayoría de los negocios, los Balances admitirán muy poco (o nulo) endeudamiento adicional, y las Cuentas de Resultados mostrarán serias dudas de la capacidad de pago.
Nos encontraremos de entrada con dificultades para acceder al crédito. En el caso de poder acceder, los tipos de interés serán significativamente más altos que los hasta ahora vistos. Como agravante, mucho me temo que los avales ICO brillarán por su ausencia el próximo ejercicio.
Cuando vaya avanzando el año, y nos encontremos en los meses de abril y mayo, será el momento de empezar a devolver el capital de los créditos ICO-Covid firmados en 2020 con un año de carencia. Aquí probablemente empiecen problemas más serios. Las compañías de los sectores más perjudicados, serán incapaces de hacer frente a los pagos.
El sector bancario, del que tengo dudas de que haya conseguido sanear completamente sus balances desde la crisis de 2008, se encontrará en una situación de impagos más o menos generalizados. ¿Será el ICO capaz de hacer frente a todos los avales? Con este panorama, se restringirá en mayor medida el acceso al crédito bancario, y el poco que se conceda será más caro.
Esta situación va a forzar a las pequeñas empresas que necesiten crédito y sean solventes a largo plazo, a volver la vista a la financiación alternativa. Creo que ha llegado su momento, y que las reticencias del pequeño empresario a la financiación privada desaparecerán por la necesidad de acceder al crédito.
La mayor facilidad de acceso que ya tienen estas entidades, se verá favorecida en mayor medida por el aumento de las restricciones del sistema bancario. Y la principal contrapartida que ahora encuentra el empresario, que es el mayor tipo de interés, tal vez se vea diluida si el diferencial que ahora existe se ve ligeramente reducido. Aunque entiendo que el inversor privado también querrá un mayor precio por su dinero.
Si el COVID-19 ha forzado la transformación digital desde el principio de la pandemia y durante el año 2020, confío en que 2021 será el año en que se diversifiquen las fuentes de financiación de las PYMEs españolas. Lo que hasta ahora se ha visto como una financiación más cara y de último recurso, es probable que empiece a verse como lo que también es: una forma de diversificar los riesgos en la empresa. Algo que le da mayor estabilidad y garantía de supervivencia en el largo plazo.
Lo tendrán más fácil las compañías que ya hayan usado la financiación alternativa con anterioridad, porque “ya conocen el camino” y serán más rápidas a la hora de solicitar financiación.
Las empresas que tengan recelos y se muevan con más lentitud a la hora de acceder a este tipo de financiación, deben tener en cuenta que las entidades de financiación alternativa no son los grandes bancos ni tienen detrás al BCE. Con lo que una gran demanda de crédito a estas entidades hará que seleccionen muy bien a quién prestan su dinero (o el que gestionan). Tendrán mucho donde elegir. Es por eso, por lo que ahora ya es el momento de prepararse para 2021. El peor momento todavía no ha llegado, y seguramente el que primero solicite, más posibilidades de acceder al crédito tendrá.
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